Rol del Docente en el Aprendizaje Colaborativo

El mundo virtual ha ofrecido una gama de herramientas que posibilitan la interacción entre el docente y el estudiante, de una manera más eficaz, a través del aprendizaje colaborativo, evidenciando el nivel de competencia, la calidad de trabajo en equipo, para el abordaje de cada uno de los objetivos que deben cumplir en cada actividad previamente planificada por el tutor.

Es por ello, desde un enfoque constructivista el docente, viene a jugar un papel clave en el proceso de aprendizaje de cada uno de los estudiantes, al ser un facilitador en el proceso educativo, un mediador, un motivador, un dinamizador y un guía en las diversas fuentes de información suministrada en su ambiente virtual. Además, tendrá bajo su responsabilidad llevar un seguimiento continuo, interactuando en cada uno de los equipos conformados cuando sea necesario, haciendo sugerencias apropiadas para que puedan continuar en su reflexión, análisis y retroalimentación de lo elaborado en el grupo.

Todo lo anteriormente expuesto, se puede resumir según Collazos, C. (s.f.), en tres dimensiones: Docente como Mediador Cognitivo, como Instructor y como Diseñador Instruccional, tal como se evidencia en el siguiente esquema:

En primer lugar, se puede mencionar al Docente como Diseñador Instruccional, en esta dimensión el tutor está en la responsabilidad de desarrollar las condiciones idóneas para llevar con éxito un trabajo colaborativo entre sus grupos de aprendizaje, como, por ejemplo: la planeación de los objetivos académicos, definición de los aspectos que deberán alcanzar cada integrante, explicando la tarea y la estructura con la que se trabajara a los estudiantes, como serán evaluados y monitorear el avance de cada uno de los equipos.

En fin, esta función corresponde en crearle un ambiente interesante, interactivo y dinámico que induzca a un proceso de enseñanza aprendizaje autentico, mediante una serie de actividades que brinden oportunidades para la construcción de nuevos conocimientos mediante las experiencias vividas por cada uno de sus participantes.

En segundo lugar, tenemos al Docente como Mediador Cognitivo, donde tendrá la capacidad de manejar sus habilidades pedagógicas que orienten a su participante en el proceso de aprendizaje. Según Barrow (1995), afirma que las habilidades a seguir por el docente para el logro de un aprendizaje colaborativo están enfocadas en ayudar al grupo a:

1) Desarrollar el pensamiento de los estudiantes o habilidades de razonamiento (resolución de problemas, metacognitivo, pensamiento crítico) cuando aprenden y 2) ayudarlos a llegar a ser más independientes, aprendices auto dirigidos (aprender a aprender, administración del aprendizaje).

Esto se sintetiza en lograr modelar el pensamiento crítico reflexivo a través de preguntas claves que induzcan a la verificación profunda de los conocimientos que son construidos en colectivo a través de cada una de las experiencias de vida, lo cual será la tarea del docente mantener esa dinámica interactiva, al proveer y motivar en la retroalimentación del estudiante, de tal forma que este pueda mantener el compromiso en la adquisición del conocimiento, a través de debates, argumentaciones, entre otros.

Y como ultima dimensión, tenemos al Docente como Instructor, esta etapa es muy semejante a la implementada en una educación tradicional, al comprender las actividades de enseñanza tanto de las unidades temáticas como de las habilidades sociales y de trabajo en grupo, entre las funciones que debe llevar a cabo el tutor es: explicar la tarea, la estructura cooperativa y las habilidades sociales requeridas para que cada estudiante pueda trabajar en armonía con los miembros de su equipo, debiéndose modelar, enseñar y reforzar mediante un conjunto de estrategias didácticas oportunamente escogidas por el facilitador.

Al respecto de monitorear e intervenir cuando sea necesario, se debe mantener un seguimiento continuo para chequear según Johnson (1998) si los estudiantes trabajan juntos, si están cumpliendo con las pautas preestablecidas, para que puedan generar una retroalimentación.

Finalmente, en cuanto a cómo evaluar y procesar, cada instructor necesita llevar una estructura que le permitirá conducir el avance de cada uno de sus participantes a través de evaluaciones diagnósticas, formativas y sumativa, definiendo las actividades que se necesitan afianzar o aprender por parte de grupo.